En mayo de 2024 cumple el 40ª aniversario de Greenpeace–España. Lo conmemoramos resucitando el espíritu de aquellos años, embarcando en el Toftevaag, el 4 de mayo de 2024, en el puerto gallego de Marín. Cinco miembros de WILD SEA nos unimos a la tripulación de ALNITAK que comanda Ricardo Sargaminaga, para llevar el mítico velero de la costa mediterránea, en la que operó los últimos 35 años, a la costa Cantábrica, en la que, con el impulso de Fernando Morán, continuará su singladura para proteger la vida marina en las mismas aguas donde inició sus acciones Greenpeace.
Así anunciaba el diario El País el acto fundacional de Greenpeace en España:
Edición impresa | EL PAIS | Sociedad – 27-04-1984
«… que se reparten cerca de un millón de asociados. En el acto de presentación estarán presentes el biólogo Xavier Pastor, los periodistas Benigno Varillas y Manuel Rivas y el delegado internacional de esta organización, Remi Parmentier. Todos ellos son miembros fundadores del consejo de dirección de …” (Pulsa el enlace para ver el texto completo: En mayo comenzará a funcionar la sección española del movimiento Greenpeace)
La rueda de prensa que anunció la fundación de la sección española de Greenpeace se celebró en el Real Jardín Botánico de Madrid gracias al apoyo que siempre me prestó su entonces director, Santiago Castroviejo, que también acogió allí la reunión fundacional de la revista Quercus en 1981.
Fui al acto del Botánico en un taxi con Remí Parmentier, alma mater de aquella iniciativa, al igual que lo había sido de Greenpeace–Francia y Greenpeace–Internacional. En mi casa de la calle Hartzenbusch, que también era la redacción de la revista Quercus, se había instalado la primera sede de Greenpeace-España. Allí vivió varios meses Remí, usando de dormitorio y primera oficina el sofá del salón. La factura de teléfono, domiciliada a mi nombre, ascendió en aquellos primeros meses de Greenpeace a una importante suma.
La junta directiva internacional puso a mi nombre, por una peseta, la marca Greenpeace para que se registrara en España, que más tarde “revendí”, también por una peseta, a la asociación ya legalizada.
Redactamos los estatutos e invitamos a la junta directiva a dos jóvenes promesas, al mallorquín Xavier Pastor, de 33 años, biólogo marino del Instituto Español de Oceanografía (IEO) y al periodista gallego Manuel Rivas, de 26 años.
La primera reunión de Greenpeace España tras el acto del Botánico la hicimos en 1984 en un monasterio de Mallorca que nos alojó y en la que se hicieron estas fotos:
Durante los primeros años fuimos solo cuatro los socios de número. Más tarde, al asumir Xavier Pastor la dirección ejecutiva, dio voto a cien de los socios. Hacia el año 2001, un sector disidente logró una mayoría suficiente de la asamblea para cesarle en el cargo. Ahí se acabó la primera etapa de Greenpeace–España.
Mi relación con Greenpeace había empezado seis años antes. El 15 de agosto de 1978, martes, a eso de las 8 de la tarde, habíamos entregado ya los originales del ejemplar del día siguiente en la redacción del diario El País y preparábamos la edición del miércoles. Ángel Sánchez Harguindey, jefe de la sección de Cultura y Sociedad, donde era yo redactor del epígrafe ‘Ecología’ que acababa de instaurar, me dijo: “Baja a recepción, que hay unos barbudos que aseguran al portero vienen de sabotear la caza de ballenas en la costa gallega».
Mientras bajaba las escaleras me iba diciendo: ¿Ballenas? ¿Ballenas en España? Primera noticia. Siempre las había imaginado en los mares del hemisferio sur. A pesar de ser periodista ambiental del diario El País, a mis 25 años mi ignorancia era aún mayor que la de ahora, bien es verdad que era la de casi todos.
Eran un canadiense, un británico y un australiano. Lo que me contaron salió dos días después publicado en la última página del periódico, la más relevante después de la portada. Además de en la ilustración que reproducimos al lado, puede leerse en el enlace a la web del diario que incluimos más abajo:
17 ago. 1978
«Jugarse la vida para salvar ballenas
http://Jugarse la vida para salvar ballenas | Edición impresa | EL PAÍS https://elpais.com › Últimas« | Edición impresa | EL PAÍS
No me limité a recoger la información que me proporcionaron aquellos tres barbudos. Pregunté dónde se alojaban y quedé con ellos en su pensión para junto con mi compañera, la periodista Teresa Vicetto, invitarles a cenar después de que acabara mi jornada en el periódico. Recuerdo que ante la dificultad para entender la carta del restaurante, decidí pedir para todos una fuente de chuletas de cordero para cinco que éramos. Cual no fue mi sorpresa al ver que devoraban con fruición las hojas de lechuga que bordeaban la bandeja, pero no tocaban las chuletitas de lechal. Al explicarles el manjar que había pedido, me hicieron saber que eran vegetarianos.
Volví a ver a uno de ellos al año siguiente, en la reunión internacional de Amigos de la Tierra, en Frankfurt, Alemania y mantuve el contacto con Remí Parmentier hasta conseguir que el Gobierno español cambiara en 1983 su voto en la Comisión Ballenera Internacional.
El voto de España era decisivo para declarar la moratoria de la caza de cetáceos, ya que en las reuniones anteriores se había producido un empate técnico en las votaciones de la treintena de países balleneros cuando se planteaba la moratoria que la mitad de ellos, encabezados cuando no comprados por Japón, Rusia y Noruega, se negaban en rotundo a que se adoptara dicha medida, aunque los informes de los científicos demostraran que las poblaciones de cetáceos estaban esquilmadas y algunas especies al borde de la extinción .
Durante ese periodo movilizamos a la opinión pública a favor de que España se decantara a favor de la moratoria. Con su voto se produciría el desempate. Durante la etapa del Gobierno de UCD entre 1977 y 1982 Greenpeace y los que colaborábamos con ella en España, centramos nuestros esfuerzo en conciencias a la población española de la necesidad de que la empresa Masso dejara de operar con sus tres barcos balleneros en la costa gallega.
Era una factoría con tres pequeños y anticuados balleneros, el Carrumeiro, el Isa I y el Isa II, pero muy efectivos, ya que capturaban hasta 700 ballenas anualmente para vender su grasa y su inmensas proteínas, exportando una parte y enviando otra a la industria de la carne para perros. El mercado de consumo humano de carne de ballena era casi inexistente en nuestro país.
Hice reportajes sobre la actividad de Greenpeace en la revista Quercus, la revista Natura y en el diario El País, donde en éste último publiqué numerosas noticias sobre las diferentes campañas de esta ONG. Hacía un periodismo militante a favor de las ballenas y de la naturaleza en general cumpliendo el libro de estilo del diario el País, que exigía informar recogiendo la versión de los hechos de ambas partes. A principios del verano de 1978, reanudamos la ofensiva, al aproximarse de nuevo la campaña de capturas, y fui al Ministerio de Agricultura y Pesca en la plaza de Atocha a entrevistar al responsable de la caza de ballenas. El hombre, acostumbrado hasta el verano de 1977, cuando se formó el primer Gobierno democrático tras 40 años de dictadura, a ignorar a la opinión pública, cometió la torpeza de querer convencerme de que la alarma ante el exterminio de las ballenas era infundada y que la protesta era una operación internacional orquestada contra España. Para demostrármelo, me abrió un cajón con miles de cartas que habían llegado al ministerio solicitando parar la caza de cetáceos y me dijo que esa era la prueba de que todo era una farsa, ya que muchas tenían el mismo texto.
Un año y medio después del golpe de Estado de febrero de 1981, el PSOE ganó las elecciones en 1982 y puso a Concha Sáenz, bióloga del Real Jardín Botánico de Madrid, de directora general de Medio Ambiente. De cómo el entonces joven y apuesto Remí Parmentier logró convencerla, en el caluroso ambiente de la reunión internacional de la CBI de aquel año, que no se si fue en París o en el Caribe, para que votara a favor de la moratoria, creo que debería ser él, el que nos lo cuente, algún día.
A las acciones contra la caza de ballenas se sumó en 1982 la lucha para impedir que todos los países europeos tiraran sus vertidos de residuos radiactivos en una fosa del océano Atlántico situada a escasa millas de la costa gallega. Era residuos de hospitales y de la industria de baja intensidad, pero peligrosos, ya que los bidones se arrojaron cerca de donde se capturan los peces y el marisco más cotizado que llega a las pescaderías españolas.
Edición impresa | EL PAIS | Sociedad – 25-08-1982
ECOLOGIA
«Mañana comenzará la mayor operación de vertidos radiactivos de la historia»
BENIGNO VARILLAS,
El Sirius -informó anoche Efe- había perdido la pista del Scheldeborg y soportaba una fuerte marejada a las 20 horas, según supo Radio Pontevedra por contacto con este buque a través de la radio costera holandesa Radio Seweningen. En el Sirius viajan el diputado del PSOE José Vázquez y otras representaciones.El viernes zarpará el congelador Arosa-2 fletado por la mayoría de los ayuntamientos costeros gallegos a iniciativa del Ayuntamiento de La Coruña. El diputado de Esquerda Galega (…) (Leer +)
ECOLOGIA
«Greenpeace, sociedad limitada»
BENIGNO VARILLAS
Madrid – 01 SEPT 1982 – 00:00 CEST
La organización Greenpeace es uno de los máximos exponentes de la capacidad del ecologismo para movilizar en poco tiempo, a partir de un pequeño grupo de personas concienciadas, grandes recursos económicos y humanos para concentrarlos en acciones de defensa del medio ambiente muy concretas. Nadie diría que la organización Greenpeace de ahora, que cuenta con un presupuesto anual de 200 millones de pesetas, era hace diez años un pequeño grupo de amigos decididos a luchar contra el deterioro de la vida marina.Green Peace (Paz Verde) era el nombre de un pequeño velero propiedad de un joven canadiense que en 1972 decidió protestar con contundencia por las pruebas nucleares que Francia esta… (Leer +)
En pleno fragor de la batalla antiballenera de 1983, que fue la decisiva, me llegó una llamada, que ya me era familiar desde 1977, por ser un asiduo informante en la guerra, que aún sigue, de Doñana. Era Javier Castroviejo que me dijo que nos dejáramos de tanta ballena y que atendiéramos un problema mucho más importante aún, que era que se estaban aterrazando miles de montañas con máquinas excavadoras para plantar cultivos de pinos y eucaliptos para la industria maderera y nadie hacía nada por impedir semejante desastre y desatino ecológico terrestre.
Acababa de crear el comando Phoracantha, para ocupar la finca de Cabañeros y para llenar el patio de la embajada británica de bolsas de basura a las que poníamos una pegatina con la leyenda «Residuos radiactivos, no gracias», cuando sobre la marcha pensé que aquel conato de guerrilla no violenta, pero contundente, podría dedicarse a parar los aterrazamientos. Pedí apoyo y financiación a Greenpeace y para mi sorpresa se negaron ya que por estatutos solo se dedicaban a luchar por los océanos, campo en el que nadie hacía nada mientras que en temas de ecología terrestre había decenas de ONG operando.
Fue así como la lucha forestal tuvo que hacerse sin apenas medios entre 1983 y 1985, historia que relato en otra entrada de este blog. Cuando en 1986 me dijeron que Greenpeace internacional aprobaba la campaña terrestre en contra de los cultivos que impedían regenerarse a los bosques, yo ya había dimitido de mi cargo de tesorero de su sección española.
Trabajé para Greenpeace una década sin cobrar nunca un duro, financiado mis gastos y los de los colaboradores de mis iniciativas con mi escaso dinero. Y me ocurrió como en el resto de iniciativas que impulsé en esta vida (CODA hoy EeA; Quercus; Linneo; CPN; librería del MNCN; Greenpeace; Euronatur, hoy GNF; RUNA; MURUNA; Paleolítico Vivo; etc.). Cuando se barrunta la llegada de fondos para liberar a los fundadores de su pesada carga, rápido llegan otros a tomar las riendas del para entonces ya existente presupuesto, ajenos a cómo en su día se hizo posible, al punto de ignorarlos por completo…
Pero la militancia y la constancia en el empeño a favor de causas nobles dan sus resultados. Fruto de los esfuerzos de hace 40 y 46 años el espíritu inicial que me llevó a Greenpeace hace casi medio siglo vuelve a germinar.
Fernando Morán, «el de los bisontes», me planteo en 2024 buscar ayuda para su empeño de hacer rewilding no solo en tierra sino también en el mar. Escribí a los únicos a los que podía hacerlo, Remí y Xavier, que como rockeros que nunca mueren, rápido pusieron sus neuronas a funcionar y nos redirigieron al que hace 35 años, siendo socio de Greenpeace, Ricardo Sargaminaga, fundó con un amigo la asociación Alnitak para, con el velero de madera Toftevaag, construido en Noruega alrededor de 1900, luchar por los mares.
Ricardo respondió inmediatamente a la llamada, ofreciendo su barco y su ONG para que el proyecto WILD SEA en aguas del mar Cantábrico se pueda iniciar. De esa nueva singladura os iré informando a partir de que, el 4 de mayo de 2024, embarque de grumete en el Toftevaag.